jueves, 8 de septiembre de 2011

El alumno protagonista...



Cuando nos presentamos a nuestros alumnos, al principio del curso, son una entidad. La clase funciona como un todo hasta que, con el pasar de las horas, junto a ellos, empezamos a descubrir la personalidad de cada uno, sus manías, su timidez, su espontaneidad. Pero algo nos llama la atención en los últimos años. Los alumnos tienen una necesidad irrefrenable de participar, de mostrar su opinión, de "estar presentes".
Cada vez con más frecuencia, hablando sobre nuestros alumnos con los compañeros, comentamos cómo van cambiando con cada promoción. Entre los aspectos comentados se encuentra la dificultad para controlar su afán participativo, la inquietud, la falta de atención, la concentración, etc.


Ante estas circunstancias lo primero que viene a la mente de un docente es que los chicos no son como antes, han cambiado, que no se respetan el turno de palabra, que alteran  la clase y que no permiten su "desarrollo normal",  en definitiva, que son "peores" que antes. ¿Qué puede estar ocurriendo? Está claro que la sociedad ha cambiado en los últimos años de manera espectacular, y lógicamente, si cambia la sociedad también lo hacen los alumnos. Con la llegada de la sociedad de la comunicación, la participación, la inmediatez en las acciones diarias, la presencia en la red y la forma de relacionarse de los adultos ha cambiado, en consecuencia, ¿cómo no van a cambiar los alumnos?

El alumno protagonista:

Exceptuando casos mediáticos puntuales, antes de la sociedad TIC, el niño, el adolescente, vivía y desarrollaba su actividad en el anonimato. En el entorno familiar, el niño vivía al margen de la vida cotidiana y si participaba en ella era para realizar tareas sencillas desagradables para los adultos. La actividad la desarrollaban fuera del hogar, normalmente en calles y parques donde se relacionaban y construían su pequeña sociedad. Su protagonismo se reducía a algunos actos sociales o religiosos en los que todo giraba en torno a él por unas horas.
Hoy sin embargo, incluso antes de nacer, los niños son protagonistas, sus ecografías, fotografías y vídeos rondan por la red a través de los perfiles de sus padres en las redes sociales, compartidos por familiares y amigos. Vídeos en los que los padres piden a sus hijos que repitan una y otra vez sus "gracietas" delante de la cámara para inmediatamente colgarlos de youtube y que de manera casi inmediata convierten al niño en protagonista de una "micropelícula" con más espectadores que alguna superproducción.

Con el desarrollo del niño, su presencia en la "sociedad" cambia, ya no son los adultos los que lo incorporan a ella, sino que es él mismo, adaptado perfectamente al medio, quien decide su protagonismo y su presencia. El uso de redes sociales, Tuenti, Facebook o Twitter, fomenta en el chico una forma distinta de relacionarse, en la que la espontaneidad de sus intervenciones y la manifestación de sus opiniones toman un papel relevante hasta ahora desconocido. Pueden participar en foros, opinar de todo, manifestar sus ideas sin miedo porque alguien afín a ellos las tomará en cuenta.

Visto así, es normal que, acostumbrados a esta actividad, los chicos mantengan en clase una actitud diferente a la de sus predecesores. Cuando a los docentes nos parece que hablan todos a la vez y se interrumpen a ellos les parece casi una conversación normal. ¿Acaso en Twitter o en un chat no hablan todos cuando les parece y son capaces de seguir el hilo que les interesa? Recuerdo que hace años conseguir que un adolescente se dejase grabar para un trabajo de clase era casi un imposible, y hoy se prestan voluntarios sin dudarlo porque lo hacen constantemente con sus móviles.
Parece que les cuesta prestar atención, ¿pero no será que están acostumbrados a un volumen enorme de estímulos, fomentado en ocasiones por los padres, con documentales infantiles, dibujos educativos, juegos mentales, etc…, que exigen de la escuela un tratamiento diferente?
Estar sentado en un aula durante 5 horas quizá no sea la mejor idea, sólo hace falta ver cómo los chicos visionan vídeos o chatean en su móvil mientras caminan por la calle o esperan de pie al resto de sus amigos. No necesitan estar atentos para atender si algo les interesa. Está claro entonces que hoy no es posible pretender trabajar con alumnos "enlatados", colocados marcialmente y expectantes a la bajada de claqueta para manifestar su opinión o recitar un párrafo.
Debemos ser conscientes de que los alumnos han cambiado, han cambiado sus circunstancias, que son distintos y que debemos ofrecerles una dinámica de clase distinta. El problema no es problema, sino cambio y los alumnos no son peores, sino distintos, son protagonistas de su propio aprendizaje y cooperadores del aprendizaje de la clase.

No hay comentarios:

Publicar un comentario